Se quejan de construcciones sin planificación
Cada vez que llueve con fuerza, la casa de Alejandro Bracamonte se enloda: "Se me empantana el patio de afuera y tengo que estar limpiando".
Señaló que desde que están haciendo las nuevas construcciones en El Hatillo -Alto de Socorro, Caricar y Lomas de Oripoto- la tierra removida en las obras es arrastrada por las lluvias, lo que perjudica las zonas más bajas, como Gavilán, donde reside.
"Tengo este problema desde que comenzaron a hacer las nuevas urbanizaciones, hace unos cinco años", relató Bracamonte. Pero no es el único vecino afectado por la situación. Todas las familias de Gavilán, aparte del comercio y el transporte, han sido perjudicadas.
La av. Tamanaco, que conduce a Gavilán, Oripoto, evidencia deterioro en el pavimento y las alcantarillas tapadas. Los vecinos dijeron que la vialidad se ha dañado producto de la tierra que baja de las montañas.
Yanet Vargas vive en el sector y tiene un local comercial. Dijo que cuando llueve, el pantano crece hasta 50 centímetros. Aunado a esto, la vía colapsa y los camiones no pueden hacer la descarga. "Este problema nos trae pérdidas. He tenido que cerrar para ponerme a sacar lodo", se quejó.
Agregó que sus hijos son asmáticos y se enferman por el polvo.
Comerciantes y vecinos de Gavilán dijeron que el olor es insoportable porque se mezclan el lodo y las aguas negras. Lourdes de Corro vive en Oripoto y mostró cómo la tierra ha socavado la montaña y ocasionado derrumbes en la vía de Tamanaco. Indicó que el mes pasado se vino abajo el cerro y obstaculizó el camino.
Martín Recinos, de la junta parroquial, destacó que sólo reciben apoyo de la Gobernación de Miranda, pero que la Alcaldía de El Hatillo no resuelve el problema. "Esto afecta vivienda, vialidad, transporte, ambiente y nuestra calidad de vida. No estamos contra los urbanístias, sino que deben hacerse con planificación".
Manifestó que han solicitado reuniones con las constructoras, y que estas se han negado.
Mientras, las comunidades demandan que las autoridades controlen las obras de las compañías urbanizadoras, la Alcaldía y el Concejo Municipal se hacen los sordos, ciegos y mudos.
Cada vez que llueve con fuerza, la casa de Alejandro Bracamonte se enloda: "Se me empantana el patio de afuera y tengo que estar limpiando".
Señaló que desde que están haciendo las nuevas construcciones en El Hatillo -Alto de Socorro, Caricar y Lomas de Oripoto- la tierra removida en las obras es arrastrada por las lluvias, lo que perjudica las zonas más bajas, como Gavilán, donde reside.
"Tengo este problema desde que comenzaron a hacer las nuevas urbanizaciones, hace unos cinco años", relató Bracamonte. Pero no es el único vecino afectado por la situación. Todas las familias de Gavilán, aparte del comercio y el transporte, han sido perjudicadas.
La av. Tamanaco, que conduce a Gavilán, Oripoto, evidencia deterioro en el pavimento y las alcantarillas tapadas. Los vecinos dijeron que la vialidad se ha dañado producto de la tierra que baja de las montañas.
Yanet Vargas vive en el sector y tiene un local comercial. Dijo que cuando llueve, el pantano crece hasta 50 centímetros. Aunado a esto, la vía colapsa y los camiones no pueden hacer la descarga. "Este problema nos trae pérdidas. He tenido que cerrar para ponerme a sacar lodo", se quejó.
Agregó que sus hijos son asmáticos y se enferman por el polvo.
Comerciantes y vecinos de Gavilán dijeron que el olor es insoportable porque se mezclan el lodo y las aguas negras. Lourdes de Corro vive en Oripoto y mostró cómo la tierra ha socavado la montaña y ocasionado derrumbes en la vía de Tamanaco. Indicó que el mes pasado se vino abajo el cerro y obstaculizó el camino.
Martín Recinos, de la junta parroquial, destacó que sólo reciben apoyo de la Gobernación de Miranda, pero que la Alcaldía de El Hatillo no resuelve el problema. "Esto afecta vivienda, vialidad, transporte, ambiente y nuestra calidad de vida. No estamos contra los urbanístias, sino que deben hacerse con planificación".
Manifestó que han solicitado reuniones con las constructoras, y que estas se han negado.
Mientras, las comunidades demandan que las autoridades controlen las obras de las compañías urbanizadoras, la Alcaldía y el Concejo Municipal se hacen los sordos, ciegos y mudos.
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