Tarea prioritaria
Freddy J. Melo
Freddy J. Melo
En su magistral rueda de prensa del lunes 24 frente a los corresponsales internacionales el presidente Chávez desvaneció, con un penetrante análisis lógico y numérico, la apariencia de una victoria de la oposición en los comicios del domingo (23/11/08). Las proporciones rotundamente favorables al PSUV en el conjunto de las gobernaciones, alcaldías (Caracas se mantuvo ejemplar), diputaciones y concejalías en juego, así como la totalización, reveladora --en relación con las elecciones del pasado diciembre-- de un incremento apreciable en la votación roja y un decremento visible en la oposicionista, son un espaldarazo a la Revolución Bolivariana. Una mayoría consistente ha dicho ¡adelante! al líder, y éste recoge el mensaje y lo potencia para reorganizar las fuerzas, levantar algún ánimo caído y preparar los nuevos combates.
Pero no es dable deleitarnos con un resultado que tiene manchas. Para avanzar bien por el camino revolucionario, como de sobra se conoce, es necesario ejercer la crítica y la autocrítica. Y en este caso se ha requerido el esclarecimiento al más alto nivel para reconocer el triunfo, lo cual significa que en el primer momento las manchas pudieron opacarlo.
Porque no es poca cosa la toma de posiciones claves por individuos ligados, no a los sectores adversarios considerados democráticos, sino a los más agresivos, proimperialistas y fascistas, “los peores” --es queja perceptible--, quienes por mucho que vistan piel de oveja y entonen cánticos melifluos, no hay manera de creerlos limpios de odio y ponzoña. Ya empiezan a mirar sobre las casas del poder comunal, a echar ojeadas a Barrio Adentro, a agredir instituciones y a pedir la devolución de “sus” policías. En la mente de la gran mayoría está presente la actuación de aquellos cuerpos policiales en el golpe de abril y en los paros, guarimbas, acosos y demás perlas de terror y desestabilización que protagonizaron junto a sus jefes políticos --entre ellos los recién electos-- y la porción de pueblo lamentablemente disociada y convertida en fuerza de choque por la conjura mediática. Difícil imaginar que esas policías puedan volver a esas manos. Difícil aceptar que quienes están comprometidos hasta los tuétanos con el bloque imperialista-oligárquico, van a ser responsables gobernantes y no intentarán instrumentar y ejecutar los planes B que han sido siempre su carta de predilección. Difícil porque lo de ellos es cerrar el paso a como dé lugar al proyecto socialista. Lo cual no quiere decir, por cuanto lo cortés no quita lo valiente, que no se les abra un compás, pero, según ha expresado el Presidente, manteniéndose ojo avizor.
Entre las causas de la pérdida de esos bastiones es consensual la relativa a los fracasos de gestión. Muchos problemas ligados a necesidades cotidianas persistieron debido a ineficiencia, abusos de corrupción y burocratismo. Cierto, pero a fuer de oposicionismo puro no fue castigado debidamente el pésimo desempeño de los de enfrente. Del mismo modo, es preciso mencionar lo que pudiéramos llamar por ahora “desencuentros internos” del Partido, que deben solventarse mediante discusiones fraternales pero a fondo. Jesse Chacón, gran candidato que hubiera sido un gran alcalde, añade, y se lo imputa a sí mismo, el no haber podido hacer comprender a las capas medias de la zona que el proyecto socialista las incluye en tanto que el capitalismo las explota y manipula. Es decir, el factor ideológico. Ellas, a quienes la revolución liberó de los créditos indexados, las cuotas balón y el acelerado curso de empobrecimiento hacia finales de la cuarta república, son en su mayor parte gratuitamente contrarrevolucionarias. La pérdida de Petare ocasionó además la de la Alcaldía Metropolitana, con lo que un hombre de la probada calidad de Aristóbulo Iztúriz quedó fuera.
El factor ideológico, he ahí la clave. La sociedad socialista sólo podrá nacer de la simbiosis del corazón y la conciencia del pueblo trabajador. Es absolutamente necesario producir nuevos avances cualitativos en la conciencia de las multitudes, también en la de los funcionarios a los diversos niveles y también en la de los concienciadores.
Pero no es dable deleitarnos con un resultado que tiene manchas. Para avanzar bien por el camino revolucionario, como de sobra se conoce, es necesario ejercer la crítica y la autocrítica. Y en este caso se ha requerido el esclarecimiento al más alto nivel para reconocer el triunfo, lo cual significa que en el primer momento las manchas pudieron opacarlo.
Porque no es poca cosa la toma de posiciones claves por individuos ligados, no a los sectores adversarios considerados democráticos, sino a los más agresivos, proimperialistas y fascistas, “los peores” --es queja perceptible--, quienes por mucho que vistan piel de oveja y entonen cánticos melifluos, no hay manera de creerlos limpios de odio y ponzoña. Ya empiezan a mirar sobre las casas del poder comunal, a echar ojeadas a Barrio Adentro, a agredir instituciones y a pedir la devolución de “sus” policías. En la mente de la gran mayoría está presente la actuación de aquellos cuerpos policiales en el golpe de abril y en los paros, guarimbas, acosos y demás perlas de terror y desestabilización que protagonizaron junto a sus jefes políticos --entre ellos los recién electos-- y la porción de pueblo lamentablemente disociada y convertida en fuerza de choque por la conjura mediática. Difícil imaginar que esas policías puedan volver a esas manos. Difícil aceptar que quienes están comprometidos hasta los tuétanos con el bloque imperialista-oligárquico, van a ser responsables gobernantes y no intentarán instrumentar y ejecutar los planes B que han sido siempre su carta de predilección. Difícil porque lo de ellos es cerrar el paso a como dé lugar al proyecto socialista. Lo cual no quiere decir, por cuanto lo cortés no quita lo valiente, que no se les abra un compás, pero, según ha expresado el Presidente, manteniéndose ojo avizor.
Entre las causas de la pérdida de esos bastiones es consensual la relativa a los fracasos de gestión. Muchos problemas ligados a necesidades cotidianas persistieron debido a ineficiencia, abusos de corrupción y burocratismo. Cierto, pero a fuer de oposicionismo puro no fue castigado debidamente el pésimo desempeño de los de enfrente. Del mismo modo, es preciso mencionar lo que pudiéramos llamar por ahora “desencuentros internos” del Partido, que deben solventarse mediante discusiones fraternales pero a fondo. Jesse Chacón, gran candidato que hubiera sido un gran alcalde, añade, y se lo imputa a sí mismo, el no haber podido hacer comprender a las capas medias de la zona que el proyecto socialista las incluye en tanto que el capitalismo las explota y manipula. Es decir, el factor ideológico. Ellas, a quienes la revolución liberó de los créditos indexados, las cuotas balón y el acelerado curso de empobrecimiento hacia finales de la cuarta república, son en su mayor parte gratuitamente contrarrevolucionarias. La pérdida de Petare ocasionó además la de la Alcaldía Metropolitana, con lo que un hombre de la probada calidad de Aristóbulo Iztúriz quedó fuera.
El factor ideológico, he ahí la clave. La sociedad socialista sólo podrá nacer de la simbiosis del corazón y la conciencia del pueblo trabajador. Es absolutamente necesario producir nuevos avances cualitativos en la conciencia de las multitudes, también en la de los funcionarios a los diversos niveles y también en la de los concienciadores.
El Presidente solo no puede.
Es tarea prioritaria para el Partido Socialista Unido de Venezuela.
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