El último tema que entonó Miriam Makeba fue " Pata pata"
"Estaba muy feliz", dijo a un diario sowetano el cantante y compositor Zamo Mbutho. "El público gozó con la presentación, pese a que cantó menos canciones que lo planeado inicialmente. Terminó con Pata pata, uno de sus más conocidos éxitos. Después de la canción agradeció al público, les lanzó besos y con una radiante sonrisa salió del escenario. Cuando pasó junto a mí, dejó el micrófono en el tambor. Cuando baja las escaleras, cayó".
Así fueron los últimos minutos de Miriam Makeba, quien murió prácticamente cantando en el fragor de la eterna batalla de su vida: la de la solidaridad y el combate contra la injusticia. Ya tenemos la certeza de que la última canción que entonó fue precisamente la que la dio a conocer en el mundo: Pata Pata, tema de origen zulú que habla de las caricias de los enamorados.
Lo inicial forma parte del relato de uno de los músicos de Miriam, a su llegada a Suráfrica, adelantados a la llegada de los restos de la legendaria luchadora y cantante, los cuales retornaron a su patria apenas ayer. Sólo se sabía que serían incinerados esos restos mortales y se espera que se cumpla su voluntad ya que su nieta Zenzi Mkhize reveló que su abuela pidió que sus cenizas fueran esparcidas por el mar de manera que las corrientes la llevaran a todos los lugares en los cuales estuvo. Quedaba pendiente también por resolver el tipo de honra fúnebre ya que su pueblo pidió para ella honores de Estado. El féretro fue recibido en el aeropuerto internacional de Johannesburgo por la familia de la cantante, a la que se unieron el ministro de las Artes, Pallo Jordan, y varios importantes músicos surafricanos.
La familia y los amigos hicieron luego una fila de autos para acompañar el ataúd hacia el tanatorio en Soweto, informaron reportes radiales.
Voz legendaria del continente africano y símbolo de la lucha contra el apartheid, la cantante murió la madrugada del lunes a los 76 años de un ataque al corazón tras un concierto de apoyo al escritor italiano amenazado de muerte por la mafia, Roberto Saviano, cerca de Nápoles, en el sur de Italia.
Expulsada por el régimen del apartheid por su aparición en una película que denunciaba la segregación blanca, vivió 31 años en el exilio, principalmente en EEUU y Guinea.
Nacida en Johannesburgo el 4 de marzo de 1932, hija de una madre de etnia suazi y de un padre xhosa, Makeba, quien dijo no haber cantado nunca a la política, sino a la verdad, comenzó a cantar muy pronto en bodas y otras ceremonias.
Su carrera internacional se inició cuando, con 20 años, se unió al grupo surafricano The Manhattan Brothers.
Reconocida por su capacidad para mezclar blues, gospel y jazz con ritmos tradicionales africanos, Makeba conoció el éxito definitivo con The Click Song y Malaika, dos de los más de 30 discos que publicó.
Vivió primero con el trompetista de jazz surafricano Hugh Masekela y después con el líder del movimiento del Black Power, Stokely Carmichael. La pareja fue calificada como indeseable por las autoridades norteamericanas y ambos se refugiaron en Guinea, aunque se separaron en 1973. La hija única de Makeba, Bongi, que tuvo a los 17 años de una primera unión, murió en 1985, y luego de su fallecimiento, Makeba se instaló en Bruselas.
Por más de 30 años, Miriam vivió desterrada por sus diatribas contra la política de discriminación del gobierno, que la obligó a residir en Europa, Estados Unidos y Guinea hasta principios de los 90 cuando regresó a su país de origen persuadida por Nelson Mandela.
Se instaló en las afueras de Johannesburgo y continuó luchando contra las injusticias fundando un centro de rehabilitación para adolescentes.
Makeba era un símbolo mundial de la lucha contra la segregación racial. En 1963, el Gobierno surafricano prohibió todos sus discos y le impidió regresar al país. Vivió fuera casi 30 años.
Fue la primera mujer negra que ganó un Grammy (1965).
Dos años después alcanzó fama internacional con el Pata pata. En 1968 se casó con el líder de las panteras Negras Stokely Carmichael y por eso su discográfica rescindió el contrato. En su autobiografía, escribió: "He mantenido mi cultura, he mantenido la música de mis orígenes y gracias a ello me convertí en esta voz y esta imagen de África y de su pueblo, sin ser consciente de ello".
Desde el inicio de su carera nunca dejó de cantar. Cuando lo intentaba (hasta un tour de despedida llegó a efectuar) algo la acercaba más al escenario. "Cada vez que llego a casa, alguien me pide que dé un concierto más. Y la verdad es que ya no soy joven. Llevo 50 años sobre el escenario y viajar me cansa mucho. ¿Que qué haré? Me dedicaré al hogar para niñas que tengo en Suráfrica.
Ellas son el futuro de mi país".
En los últimos tiempos ya Mamá África parecía cansada y a veces caminaba apoyada en una muleta, pero sin perder su carisma libertario. "Nunca he olvidado de dónde vengo. Desde joven tuve la determinación de no mirar nunca atrás. Nosotros, los surafricanos, fuimos los últimos en conseguir la libertad en África. Luchamos contra un régimen de apartheid y lo conseguimos. Ahora somos libres, pero nuestra libertad es relativa, porque económicamente hay mucha represión. Y mi lucha nunca terminará hasta que todos seamos realmente libres".
Ahora, desde el infinito azul comprobará que su paso no fue en vano, que el mundo es otro y que amaremos por siempre su ejemplo alegre y digno.
"Estaba muy feliz", dijo a un diario sowetano el cantante y compositor Zamo Mbutho. "El público gozó con la presentación, pese a que cantó menos canciones que lo planeado inicialmente. Terminó con Pata pata, uno de sus más conocidos éxitos. Después de la canción agradeció al público, les lanzó besos y con una radiante sonrisa salió del escenario. Cuando pasó junto a mí, dejó el micrófono en el tambor. Cuando baja las escaleras, cayó".
Así fueron los últimos minutos de Miriam Makeba, quien murió prácticamente cantando en el fragor de la eterna batalla de su vida: la de la solidaridad y el combate contra la injusticia. Ya tenemos la certeza de que la última canción que entonó fue precisamente la que la dio a conocer en el mundo: Pata Pata, tema de origen zulú que habla de las caricias de los enamorados.
Lo inicial forma parte del relato de uno de los músicos de Miriam, a su llegada a Suráfrica, adelantados a la llegada de los restos de la legendaria luchadora y cantante, los cuales retornaron a su patria apenas ayer. Sólo se sabía que serían incinerados esos restos mortales y se espera que se cumpla su voluntad ya que su nieta Zenzi Mkhize reveló que su abuela pidió que sus cenizas fueran esparcidas por el mar de manera que las corrientes la llevaran a todos los lugares en los cuales estuvo. Quedaba pendiente también por resolver el tipo de honra fúnebre ya que su pueblo pidió para ella honores de Estado. El féretro fue recibido en el aeropuerto internacional de Johannesburgo por la familia de la cantante, a la que se unieron el ministro de las Artes, Pallo Jordan, y varios importantes músicos surafricanos.
La familia y los amigos hicieron luego una fila de autos para acompañar el ataúd hacia el tanatorio en Soweto, informaron reportes radiales.
Voz legendaria del continente africano y símbolo de la lucha contra el apartheid, la cantante murió la madrugada del lunes a los 76 años de un ataque al corazón tras un concierto de apoyo al escritor italiano amenazado de muerte por la mafia, Roberto Saviano, cerca de Nápoles, en el sur de Italia.
Expulsada por el régimen del apartheid por su aparición en una película que denunciaba la segregación blanca, vivió 31 años en el exilio, principalmente en EEUU y Guinea.
Nacida en Johannesburgo el 4 de marzo de 1932, hija de una madre de etnia suazi y de un padre xhosa, Makeba, quien dijo no haber cantado nunca a la política, sino a la verdad, comenzó a cantar muy pronto en bodas y otras ceremonias.
Su carrera internacional se inició cuando, con 20 años, se unió al grupo surafricano The Manhattan Brothers.
Reconocida por su capacidad para mezclar blues, gospel y jazz con ritmos tradicionales africanos, Makeba conoció el éxito definitivo con The Click Song y Malaika, dos de los más de 30 discos que publicó.
Vivió primero con el trompetista de jazz surafricano Hugh Masekela y después con el líder del movimiento del Black Power, Stokely Carmichael. La pareja fue calificada como indeseable por las autoridades norteamericanas y ambos se refugiaron en Guinea, aunque se separaron en 1973. La hija única de Makeba, Bongi, que tuvo a los 17 años de una primera unión, murió en 1985, y luego de su fallecimiento, Makeba se instaló en Bruselas.
Por más de 30 años, Miriam vivió desterrada por sus diatribas contra la política de discriminación del gobierno, que la obligó a residir en Europa, Estados Unidos y Guinea hasta principios de los 90 cuando regresó a su país de origen persuadida por Nelson Mandela.
Se instaló en las afueras de Johannesburgo y continuó luchando contra las injusticias fundando un centro de rehabilitación para adolescentes.
Makeba era un símbolo mundial de la lucha contra la segregación racial. En 1963, el Gobierno surafricano prohibió todos sus discos y le impidió regresar al país. Vivió fuera casi 30 años.
Fue la primera mujer negra que ganó un Grammy (1965).
Dos años después alcanzó fama internacional con el Pata pata. En 1968 se casó con el líder de las panteras Negras Stokely Carmichael y por eso su discográfica rescindió el contrato. En su autobiografía, escribió: "He mantenido mi cultura, he mantenido la música de mis orígenes y gracias a ello me convertí en esta voz y esta imagen de África y de su pueblo, sin ser consciente de ello".
Desde el inicio de su carera nunca dejó de cantar. Cuando lo intentaba (hasta un tour de despedida llegó a efectuar) algo la acercaba más al escenario. "Cada vez que llego a casa, alguien me pide que dé un concierto más. Y la verdad es que ya no soy joven. Llevo 50 años sobre el escenario y viajar me cansa mucho. ¿Que qué haré? Me dedicaré al hogar para niñas que tengo en Suráfrica.
Ellas son el futuro de mi país".
En los últimos tiempos ya Mamá África parecía cansada y a veces caminaba apoyada en una muleta, pero sin perder su carisma libertario. "Nunca he olvidado de dónde vengo. Desde joven tuve la determinación de no mirar nunca atrás. Nosotros, los surafricanos, fuimos los últimos en conseguir la libertad en África. Luchamos contra un régimen de apartheid y lo conseguimos. Ahora somos libres, pero nuestra libertad es relativa, porque económicamente hay mucha represión. Y mi lucha nunca terminará hasta que todos seamos realmente libres".
Ahora, desde el infinito azul comprobará que su paso no fue en vano, que el mundo es otro y que amaremos por siempre su ejemplo alegre y digno.
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