Mujer especial, si las hay, dentro de la historia nacional argentina. Eva Perón, Eva María Duarte o Ibarguren, o simplemente Evita como la conoció el pueblo, supo ganarse la simpatía y el amor de los que nada tenían y a quien ella siempre acogió como sus hermanos dilectos.
La mujer del presidente de la Nación, Juan Domingo Peron Como tal lo va a suplantar en viajes: como la gira que en 1947 realiza por Europa, y va a encabezar, a su regreso, la Fundación Eva Perón.
Evita siente que la vida se le escapa y trabaja de sol a sol por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores argentinos.
Con su estilo muy personal, no siempre aceptado por todos, muy criticada por sus excesos, su "vulgaridad", su falta de tacto, su falta de educación.
Seguramente todo esto es real, pero también lo es el hecho de que Eva sabía de qué hablaba cuando luchaba por dar una vivienda digna al que trabajaba, o peleaba para que se le reconociera el trabajo a quien lo realizara o simplemente, y no es poco, lograba que un niño conociera por primera vez el mar o tuviera por primera vez un juguete.
Además, va a lograr algo que ni todas las mujeres políticas juntas habían logrado en 50 años: que se sancionara la ley por al cual la mujer argentina tenía derecho al voto en 1947.
Y ella misma votará por primera vez desde su lecho de muerte en las elecciones del 11 de noviembre de 1951.
Lentamente su fuerza se fue acabando, su luz se fue apagando. Entre 1950 y 1952, aun sabiendo que estaba enferma, se va a negar a aceptar la realidad: tiene cáncer de útero y cuando lo acepta, ya es tarde. Su deterioro es inmenso. A tal punto llega que en la asunción de Perón como presidente en su segundo mandato, Evita, "la abanderada de los humildes", va en el automóvil del presidente parada gracias a un corset de yeso cubierto por un enorme abrigo de piel.
Son sus últimos días. El 26 de julio de 1952, a la edad de 33 años, Evita muere.
Y con ella murió una mujer que para muchos fue la más importante de la historia argentina del siglo XX. Nada fue igual después de ese día ni para los trabajadores ni para Perón. Ni para la Argentina.
Eva Perón, la abanderada de los humildes, aquella que llegó a Buenos Aires buscando ser famosa y halló una razón para su vida, parafraseando su libro cuasi autobiográfico, "se transformó hasta tal punto que llegó a ser un mito de la historia de la Argentina
La mujer del presidente de la Nación, Juan Domingo Peron Como tal lo va a suplantar en viajes: como la gira que en 1947 realiza por Europa, y va a encabezar, a su regreso, la Fundación Eva Perón.
Evita siente que la vida se le escapa y trabaja de sol a sol por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores argentinos.
Con su estilo muy personal, no siempre aceptado por todos, muy criticada por sus excesos, su "vulgaridad", su falta de tacto, su falta de educación.
Seguramente todo esto es real, pero también lo es el hecho de que Eva sabía de qué hablaba cuando luchaba por dar una vivienda digna al que trabajaba, o peleaba para que se le reconociera el trabajo a quien lo realizara o simplemente, y no es poco, lograba que un niño conociera por primera vez el mar o tuviera por primera vez un juguete.
Además, va a lograr algo que ni todas las mujeres políticas juntas habían logrado en 50 años: que se sancionara la ley por al cual la mujer argentina tenía derecho al voto en 1947.
Y ella misma votará por primera vez desde su lecho de muerte en las elecciones del 11 de noviembre de 1951.
Lentamente su fuerza se fue acabando, su luz se fue apagando. Entre 1950 y 1952, aun sabiendo que estaba enferma, se va a negar a aceptar la realidad: tiene cáncer de útero y cuando lo acepta, ya es tarde. Su deterioro es inmenso. A tal punto llega que en la asunción de Perón como presidente en su segundo mandato, Evita, "la abanderada de los humildes", va en el automóvil del presidente parada gracias a un corset de yeso cubierto por un enorme abrigo de piel.
Son sus últimos días. El 26 de julio de 1952, a la edad de 33 años, Evita muere.
Y con ella murió una mujer que para muchos fue la más importante de la historia argentina del siglo XX. Nada fue igual después de ese día ni para los trabajadores ni para Perón. Ni para la Argentina.
Eva Perón, la abanderada de los humildes, aquella que llegó a Buenos Aires buscando ser famosa y halló una razón para su vida, parafraseando su libro cuasi autobiográfico, "se transformó hasta tal punto que llegó a ser un mito de la historia de la Argentina
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