Zapatazo a Bush: "¡Toma despedida, perro!"
Por: Pablo Jato
La imagen ha dado la vuelta al mundo, y como siempre, el mundo le ha dado la vuelta a la imagen: Hombre malo intenta agredir a presidente. A partir de hoy, los zapatos serán armas de destrucción masiva. Dentro de poco tendremos que ir desnudos cuando estén cerca los altos dignatarios. Pero claro, no quiero ni pensar cuál sería la siguiente medida si alguien decidiera mearles.
Curiosamente el “agresor” es periodista, corresponsal de una cadena de televisión, que al final de una rueda de prensa le gritó a Bush: ¡Toma despedida, sucio perro! Tirándole después sus dos zapatos. La traducción es la ofrecida en medios norteamericanos.
Como periodista debo avergonzarme y condenar el hecho. Normalmente los periodistas lanzan opiniones, comentarios, preguntas… a veces mucho más afiladas y peligrosas que un zapato, pero sin llegar a la violencia física.
Unos condenan la falta de puntería de este individuo y otros, la falta de sentido común. De cualquier manera, ha sido una simple demostración de lo que muchos hombres de ese país piensan y sienten. No por ser periodista se es menos humano (aunque algunos crean lo contrario) En oriente medio, quitarse el zapato o la sandalia para golpear, es un acto ancestral, simbólico muy representativo. Cuando Sadam andaba escondido en un agujero, muchos Iraquís golpeaban con sus chanclas las imágenes del dictador como muestra de rabia y repulsa. La tentación de hacérselo a la persona en vivo y en directo debe ser grande, tan grande como el mal esparcido en aquellas tierras.
¿Le hubieran podido matar? Raro es que una montaña de guardaespaldas no hayan cubierto al presidente al instante al grito de ¡ARMA! porque dos fueron los zapatos que volaron sobre su cabeza. ¿Ha sido un error de los servicios de seguridad? ¿Y si el zapato hubiera tenido una bomba? Estas preguntas son la comidilla de noticiarios, programas de actualidad y “analistas políticos”. Así está el mundo; tirándole zapatos a quien tira misiles.
Pero manipular, moldear o dar la vuelta a las cosas es ya “método habitual”. Vivimos acostumbrados a quedarnos en la anécdota, en la simple imagen y a no profundizar en las noticias que nos presentan. Todo el mundo ha visto volar el zapato, pero nadie, nadie se ha molestado en saber qué hay detrás. A nadie le importa la represión, la falta de libertad de prensa, la censura, el exilio y hasta el asesinato de muchos profesionales en Irak y eso es lo que nos debería sorprender.
Hay muchísimos ejemplos pero hoy tenemos uno en particular: lo que está ocurriendo en Grecia. Nos ponen delante la imagen y concepto de que los jóvenes griegos quieren vengar la muerte de un compañero estudiante, destrozándolo todo. Nada más lejos de la realidad.
La juventud griega está protestando por la destrucción sistemática de su futuro, en manos de un gobierno (cómo no) incompetente y corrupto. Los grupos radicales que destrozan, queman y apedrean son apenas un 10% de los manifestantes, pero reciben el 99% de la atención de las cámaras.
En las calles de Grecia hay gente de todo tipo, indignada pero pacífica, gritando con todas sus fuerzas para alcanzar un cambio político. Pero nadie se ha enterado, el mundo ha sido sordo y ciego, hasta que las imágenes de la destrucción, de las cargas policiales, de los “malos” tirándoles piedras, no asaltan nuestras pantallas.
Nadie, o casi nadie cuenta que las protestas ya existían antes de la muerte del joven estudiante que por cierto, iba volando. Lo digo porque la policía asegura haber disparado al aire. Esas balas sí que son peligrosas y no un zapato, pero claro, no hay vídeo. La peligrosidad o magnitud de un hecho se mide en fotogramas.
http://es.youtube.com/watch?v=RjHf9fFeMXY&feature=related
Por: Pablo Jato
La imagen ha dado la vuelta al mundo, y como siempre, el mundo le ha dado la vuelta a la imagen: Hombre malo intenta agredir a presidente. A partir de hoy, los zapatos serán armas de destrucción masiva. Dentro de poco tendremos que ir desnudos cuando estén cerca los altos dignatarios. Pero claro, no quiero ni pensar cuál sería la siguiente medida si alguien decidiera mearles.
Curiosamente el “agresor” es periodista, corresponsal de una cadena de televisión, que al final de una rueda de prensa le gritó a Bush: ¡Toma despedida, sucio perro! Tirándole después sus dos zapatos. La traducción es la ofrecida en medios norteamericanos.
Como periodista debo avergonzarme y condenar el hecho. Normalmente los periodistas lanzan opiniones, comentarios, preguntas… a veces mucho más afiladas y peligrosas que un zapato, pero sin llegar a la violencia física.
Unos condenan la falta de puntería de este individuo y otros, la falta de sentido común. De cualquier manera, ha sido una simple demostración de lo que muchos hombres de ese país piensan y sienten. No por ser periodista se es menos humano (aunque algunos crean lo contrario) En oriente medio, quitarse el zapato o la sandalia para golpear, es un acto ancestral, simbólico muy representativo. Cuando Sadam andaba escondido en un agujero, muchos Iraquís golpeaban con sus chanclas las imágenes del dictador como muestra de rabia y repulsa. La tentación de hacérselo a la persona en vivo y en directo debe ser grande, tan grande como el mal esparcido en aquellas tierras.
¿Le hubieran podido matar? Raro es que una montaña de guardaespaldas no hayan cubierto al presidente al instante al grito de ¡ARMA! porque dos fueron los zapatos que volaron sobre su cabeza. ¿Ha sido un error de los servicios de seguridad? ¿Y si el zapato hubiera tenido una bomba? Estas preguntas son la comidilla de noticiarios, programas de actualidad y “analistas políticos”. Así está el mundo; tirándole zapatos a quien tira misiles.
Pero manipular, moldear o dar la vuelta a las cosas es ya “método habitual”. Vivimos acostumbrados a quedarnos en la anécdota, en la simple imagen y a no profundizar en las noticias que nos presentan. Todo el mundo ha visto volar el zapato, pero nadie, nadie se ha molestado en saber qué hay detrás. A nadie le importa la represión, la falta de libertad de prensa, la censura, el exilio y hasta el asesinato de muchos profesionales en Irak y eso es lo que nos debería sorprender.
Hay muchísimos ejemplos pero hoy tenemos uno en particular: lo que está ocurriendo en Grecia. Nos ponen delante la imagen y concepto de que los jóvenes griegos quieren vengar la muerte de un compañero estudiante, destrozándolo todo. Nada más lejos de la realidad.
La juventud griega está protestando por la destrucción sistemática de su futuro, en manos de un gobierno (cómo no) incompetente y corrupto. Los grupos radicales que destrozan, queman y apedrean son apenas un 10% de los manifestantes, pero reciben el 99% de la atención de las cámaras.
En las calles de Grecia hay gente de todo tipo, indignada pero pacífica, gritando con todas sus fuerzas para alcanzar un cambio político. Pero nadie se ha enterado, el mundo ha sido sordo y ciego, hasta que las imágenes de la destrucción, de las cargas policiales, de los “malos” tirándoles piedras, no asaltan nuestras pantallas.
Nadie, o casi nadie cuenta que las protestas ya existían antes de la muerte del joven estudiante que por cierto, iba volando. Lo digo porque la policía asegura haber disparado al aire. Esas balas sí que son peligrosas y no un zapato, pero claro, no hay vídeo. La peligrosidad o magnitud de un hecho se mide en fotogramas.
http://es.youtube.com/watch?v=RjHf9fFeMXY&feature=related
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