Militar y patriota cubano. Hijo de padre venezolano y madre negra de humilde condición, tenía veintitrés años cuando se proclamó la República cubana con el grito de Yara en 1868.
Cayó sobre el campo de batalla, en plena apoteosis de gloria y de bravura, el 7 de diciembre de 1896, en la acción de San Pedro, en el lugar conocido por Punta Brava. Huelga detallar sus actos de bravura y sus gestos de guerra. Maceo lleno con su nombre toda lo epopeya libertadora, desde los inicios de la del 68 hasta 1896.
Cayó sobre el campo de batalla, en plena apoteosis de gloria y de bravura, el 7 de diciembre de 1896, en la acción de San Pedro, en el lugar conocido por Punta Brava. Huelga detallar sus actos de bravura y sus gestos de guerra. Maceo lleno con su nombre toda lo epopeya libertadora, desde los inicios de la del 68 hasta 1896.
Y más que todo ello: Maceo es la guerra. En él se resume toda la grandeza y excelsis del caudillo militar iberoamericano, pero supera a esos caudillos por la sublimidad de su disciplina y de su jerarquía. Su enorme prestigio y su caudillismo auténtico no los utiliza un solo momento para su beneficio o preponderancia personal, sino a la mejor gloria de Cuba y para ello supedita consciente todo a la jerarquía establecida por el poder civil de la República en armas.
No se ha rebelado jamás ni ha realizado su capricho personal. No toma el primer lugar en la dirección o conducción de la guerra aun cuando ocupe el primer puesto en la acción y el peligro.
Se alistó en las fuerzas independentistas junto a su padre y sus hermanos José y Justo. Su primer ascenso en las filas revolucionarias se produjo al ser nombrado ayudante de Máximo Gómez, y a partir de entonces se dio a conocer como un heroico combatiente, y fue aclamado como jefe de los insurrectos de las Villas.
Se alistó en las fuerzas independentistas junto a su padre y sus hermanos José y Justo. Su primer ascenso en las filas revolucionarias se produjo al ser nombrado ayudante de Máximo Gómez, y a partir de entonces se dio a conocer como un heroico combatiente, y fue aclamado como jefe de los insurrectos de las Villas.
Participó en la guerra de los Diez Años (1868-1878) y derrotó a los españoles en numerosas ocasiones, como en la Loma de la Gallega (1871) o en Las Guásimas (1872), tras las cuales alcanzó el rango de mayor general.
Sin embargo, poco a poco fueron produciéndose fisuras entre los independentistas, y en 1877 rechazó una oferta de alianza con Vicente García para derrocar al gobierno revolucionario; también declinó la propuesta de paz del general Martínez Campos y se negó a acatar la paz de Zanjón de 1878. Maceo continuó combatiendo y dominó toda la provincia de Oriente, hasta que el desgaste de su ejército lo obligó a exiliarse en Jamaica, desde donde siguió conspirando.
“Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. No hallaría el entusiasmo pueril asidero de su sagaz experiencia. Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria.
No se vende por darte su palabra, que es notable de veras y rodea cuidadoso el asunto, mientras no esté en razón, o insinúa, como quien vuelve de largo viaje, todos los escollos o entradas de él.
No deja frase rota, ni usa voz impura, ni vacila cuando lo parece, sino que tantea su tema o su hombre. Ni hincha la palabra nunca, ni la deja de la rienda. Pero se pone un día el sol y amanece el otro, y el primer fulgor da por la ventana que mira al campo de Marte, sobre el guerrero que no durmió en toda la noche buscándole caminos a la Patria.
Su columna será él, jamás puñal suyo.
Sin embargo, poco a poco fueron produciéndose fisuras entre los independentistas, y en 1877 rechazó una oferta de alianza con Vicente García para derrocar al gobierno revolucionario; también declinó la propuesta de paz del general Martínez Campos y se negó a acatar la paz de Zanjón de 1878. Maceo continuó combatiendo y dominó toda la provincia de Oriente, hasta que el desgaste de su ejército lo obligó a exiliarse en Jamaica, desde donde siguió conspirando.
“Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. No hallaría el entusiasmo pueril asidero de su sagaz experiencia. Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria.
No se vende por darte su palabra, que es notable de veras y rodea cuidadoso el asunto, mientras no esté en razón, o insinúa, como quien vuelve de largo viaje, todos los escollos o entradas de él.
No deja frase rota, ni usa voz impura, ni vacila cuando lo parece, sino que tantea su tema o su hombre. Ni hincha la palabra nunca, ni la deja de la rienda. Pero se pone un día el sol y amanece el otro, y el primer fulgor da por la ventana que mira al campo de Marte, sobre el guerrero que no durmió en toda la noche buscándole caminos a la Patria.
Su columna será él, jamás puñal suyo.
Con el pensamiento le servirá más aún que con el valor.
José Martí
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