martes, 23 de diciembre de 2008

Fusilado en la plaza de San Jacinto Rafael Flores, el Calvareño,

Hace 162 años, en 1846, es fusilado en la Plaza Bolívar de Caracas, el celebre guerrillero de extracción campesina Rafael Flores, más conocido como El Calvareño, nacido en los Valles del Tuy y quien, comandando un grupo de campesinos, irrumpe en la vida política nacional con el alzamiento que, en procura de libertad y de desarrollo, protagoniza después de que el Presidente José Tadeo Monagas asume el poder en 1847.
Su acción lo lleva desde los Valles del Tuy hasta Tejerías, donde se une con partidas sediciosas provenientes de los Valles de Aragua, desde donde se desplazan a sitios cercanos en espera del asalto a Caracas. Apresado por las fuerzas del Gobierno la suerte de Flores fue la muerte, mientras que muchos de sus seguidores fueron condenados a penas físicas y de prisión.
Tildado por el Gobierno conservador de “bandido”. El Calvareño se había opuesto al partido conservador y denunciado sus atropellos contra el pueblo este popular guerrillero estaba alzado en protesta por los atropellos de la oligarquía caraqueña
En 1846, el Calvareño se proclamó partidario de las ideas democráticas de Antonio Leocadio Guzmán y se alzó en armas en los Valles del Tuy. Entre sus principales demandas se destacaban la libertad de los esclavos y la distribución de tierras entre los campesinos. Después de unas escaramuzas fue detenido por tropas al mando del general Macero y llevado a proceso fue acusado de “alzarse en armas para asesinar a la gente industriosa y dar libertad a los esclavos”. Fue condenado a muerte y el Gobierno se negó a conmutarle la pena. La ejecución se llevó a cabo el día 23 de diciembre a las 12 y 20 minutos.
Según las leyendas, el Calvareño se mantuvo sereno y sin miedo ante el pelotón de fusilamiento.
Durante muchos años, el pueblo lo exaltó en su memoria y cantó la llamada “Canción de Calvareño”, con referencias a sus proclamas revolucionarias.
Bajó por la quebrada de Chacao a la boca de la de Cagua y a Palomas, reclutando gente y recogiendo municiones de guerra. Acompañábale como segundo, José de Jesús Zamora.
A éstos se iban reuniendo los esclavos de las haciendas por donde pasaban; a quienes prometía Calvareño la libertad. Por lo cual dispusieron las autoridades del Tuy, que en las haciendas debían estar, a las 7 de la noche, todos los esclavos y manumisos dentro de sus respectivos repartimientos, y que sólo por un caso urgente podían salir después de dicha orden con una boleta en que se manifestara la causa. También se ordenó a los dueños y mayordomos, que inmediatamente que se fugara algún esclavo o manumiso, dieran parte a las autoridades, con las señales fisonómicas del prófugo para perseguirlo.
El 12 de septiembre a la 1 de la tarde fue capturado Calvareño, con algunos de sus principales compañeros por una guerrilla de caballería de Charallave, auxiliada de un piquete de infantería.
En la noche del mismo día fue aprehendido en Tácata su segundo, Zamora, y los subalternos Marcos Arestigueta, Pío Andrade, José Espinoza y Gregorio Chacín, quienes fueron remitidos presos por el Jefe político del Cantón de Ocumare del Tuy, al Tribunal del mismo, enviándose junto con ellos las diligencias sumarias practicadas por el Juez de Charallave sobre la facción acaudillada por Calvareño.
Encontró el Juez mérito para proceder contra todos, y libró auto de prisión

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