Israel construye en Cisjordania un muro que tendrá unos mil kms. de largo. Detrás de la pared de concreto está encerrado el pesebre, en Belén, donde cuenta la tradición cristiana que nació Jesús. También están presos palestinos que reclaman su tierra.
El pueblito donde nació Jesús es ahora uno de los lugares más conflictivos sobre la faz de la Tierra
El pueblito donde nació Jesús es ahora uno de los lugares más conflictivos sobre la faz de la Tierra
Belén significa en hebreo “casa de pan”, es una pequeña ciudad situada a unos 9 km al sur de Jerusalén.
El pueblo está en Cisjordania en el medio oriente, al lado occidental del Río Jordán. Hoy se encuentra en una de las zonas más conflictivas de todo el planeta, en medio de una disputa política entre palestinos e israelíes.
Los judíos fragmentaron Palestina y se quedaron con más del 50%.
Aquí nació Jesús de Nazaret, según los evangelios de Lucas y Mateo.
La cuna de Cristo se ha convertido hoy en una cueva que pareciera esconderse del fuego de la guerra y el fanatismo religioso que ha querido vender Israel, pero no se salvó. Actualmente está aprisionada detrás de un muro de concreto que construye Israel, supuestamente para protegerse de terroristas y palestinos. Terminado, el muro tendrá mil km de largo, con una torre de vigilancia cada 200 metros. Detrás del muro está la Iglesia de la Natividad, donde yace el famoso pesebre, y cuenta la tradición cristiana que nació Jesús; pero también están los palestinos que reclaman su tierra y los colonos judíos que la ocupan y la dominan; están los tanques, el miedo, las armas, la esperanza, los militares, los refugios y la fe. Todo junto, apretado.
El 16 de diciembre de este año, los palestinos encendieron un árbol de navidad en Belén. El alcalde Batarse, de confesión cristiana, dedicó gran parte de su alocución a denunciar las consecuencias del "feo muro del apartheid" que Israel levanta y que "ha hecho una prisión de la cuna de Cristo"
La cuna de Cristo se ha convertido hoy en una cueva que pareciera esconderse del fuego de la guerra y el fanatismo religioso que ha querido vender Israel, pero no se salvó. Actualmente está aprisionada detrás de un muro de concreto que construye Israel, supuestamente para protegerse de terroristas y palestinos. Terminado, el muro tendrá mil km de largo, con una torre de vigilancia cada 200 metros. Detrás del muro está la Iglesia de la Natividad, donde yace el famoso pesebre, y cuenta la tradición cristiana que nació Jesús; pero también están los palestinos que reclaman su tierra y los colonos judíos que la ocupan y la dominan; están los tanques, el miedo, las armas, la esperanza, los militares, los refugios y la fe. Todo junto, apretado.
El 16 de diciembre de este año, los palestinos encendieron un árbol de navidad en Belén. El alcalde Batarse, de confesión cristiana, dedicó gran parte de su alocución a denunciar las consecuencias del "feo muro del apartheid" que Israel levanta y que "ha hecho una prisión de la cuna de Cristo"
Las agencias de noticias reseñan que “la economía de la ciudad se ha resentido notablemente por la construcción de esta barrera de verjas y hormigón que rodea Belén por tres lados y la separa de Jerusalén”, convirtiendo a la ciudad natal de Jesús en un cajón de concreto de 18 Km. Por ello, Batarse llamó a los cristianos de todo el mundo a mantener "Belén en sus mentes y corazones" como respuesta a su "sentido de justicia y amor". No obstante, parece que la justicia emigró de esa tierra, como lo han hecho miles de critianos desde hace varios años.
Como si no fuera suficiente con la situación palestina-israelí, entre los mismos cristianos se generan enfrentamientos. El periodista Michael Finkel, escribió un artículo en 2007 para la National Geographic, donde dice que “los mismos cristianos no son inmunes a las luchas internas. Literalmente cada metro cuadrado de la Iglesia de la Natividad se lo disputan las tres sectas que comparten su uso en la actualidad: ortodoxos griegos, católicos romanos y ortodoxos armenios. Los santos varones de las tres creencias discuten sobre quién debe limpiar qué muro sagrado o sobre quién puede caminar en qué pasillo. A veces parece que los guardias de la iglesia no están ahí para proteger a los turistas, sino para evitar que los sacerdotes se ataquen mutuamente. “Además de Cristo –dice el padre Ibrahim Faltas, fraile franciscano que sirvió en la Iglesia de la Natividad durante 12 años– aquí ha habido muy pocos que muestren la otra mejilla”.
Belén tampoco escapó del paganismo
Arbolitos de navidad, San Nicolás, muñecos de nieve hechos con plástico, y otras decoraciones que no pertenecen propiamente a la tradición cristiana, disfrazaron la histórica ciudad oriental para atraer a los turistas e invitarlos a gastar todo el dinero posible en el mismo sitio donde nació Jesús. Las agencias internacionales de noticias han reseñado estos últimos días que el “turismo floreciente” durante este año ha mejorado la situación económica de Belén. Este año, restaurantes, hoteles, comercios de recuerdos y empresas de autobuses y de guías se benefician de esta recuperación, reseñan las notas de prensa.
A pesar del aumento relativo del comercio, Belén sigue siendo una cárcel vigilada por los judíos. Samir Hazbun, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de la región de Belén, expresó su deseo de que Israel dé más permisos a los cristianos de esta ciudad para que puedan visitar a sus familiares en Jerusalén y Nazaret en territorio israelí. También desea "que el muro sea reemplazado por un puente y que los judíos tengan el derecho de regresar a Belén".
La cuna de Cristo está convertida en una cárcel hecha no solo de concreto, sino de miedo y vergüenza. Gianluca Solera lo describe así:
El muro es gris, duro, liso e indiferente. El muro no tiene la prestancia de la belleza arquitectónica. Es una reproducción mecánica del juego de Lego a gran escala, jugado más allá de la frontera de la dignidad humana, una pieza después de otra sobre la carretera, casa, terrenos, olivos y recuerdos de generaciones de antiguos ciudadanos de esa tierra. El muro es alto y esbelto, compacto y frío.
Como si no fuera suficiente con la situación palestina-israelí, entre los mismos cristianos se generan enfrentamientos. El periodista Michael Finkel, escribió un artículo en 2007 para la National Geographic, donde dice que “los mismos cristianos no son inmunes a las luchas internas. Literalmente cada metro cuadrado de la Iglesia de la Natividad se lo disputan las tres sectas que comparten su uso en la actualidad: ortodoxos griegos, católicos romanos y ortodoxos armenios. Los santos varones de las tres creencias discuten sobre quién debe limpiar qué muro sagrado o sobre quién puede caminar en qué pasillo. A veces parece que los guardias de la iglesia no están ahí para proteger a los turistas, sino para evitar que los sacerdotes se ataquen mutuamente. “Además de Cristo –dice el padre Ibrahim Faltas, fraile franciscano que sirvió en la Iglesia de la Natividad durante 12 años– aquí ha habido muy pocos que muestren la otra mejilla”.
Belén tampoco escapó del paganismo
Arbolitos de navidad, San Nicolás, muñecos de nieve hechos con plástico, y otras decoraciones que no pertenecen propiamente a la tradición cristiana, disfrazaron la histórica ciudad oriental para atraer a los turistas e invitarlos a gastar todo el dinero posible en el mismo sitio donde nació Jesús. Las agencias internacionales de noticias han reseñado estos últimos días que el “turismo floreciente” durante este año ha mejorado la situación económica de Belén. Este año, restaurantes, hoteles, comercios de recuerdos y empresas de autobuses y de guías se benefician de esta recuperación, reseñan las notas de prensa.
A pesar del aumento relativo del comercio, Belén sigue siendo una cárcel vigilada por los judíos. Samir Hazbun, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de la región de Belén, expresó su deseo de que Israel dé más permisos a los cristianos de esta ciudad para que puedan visitar a sus familiares en Jerusalén y Nazaret en territorio israelí. También desea "que el muro sea reemplazado por un puente y que los judíos tengan el derecho de regresar a Belén".
La cuna de Cristo está convertida en una cárcel hecha no solo de concreto, sino de miedo y vergüenza. Gianluca Solera lo describe así:
El muro es gris, duro, liso e indiferente. El muro no tiene la prestancia de la belleza arquitectónica. Es una reproducción mecánica del juego de Lego a gran escala, jugado más allá de la frontera de la dignidad humana, una pieza después de otra sobre la carretera, casa, terrenos, olivos y recuerdos de generaciones de antiguos ciudadanos de esa tierra. El muro es alto y esbelto, compacto y frío.
Sus losas se levantan cuidadosamente desde el suelo, una al lado de la otra, como para decir a Dios que no es tan poderoso como lo creemos los humanos. El muro es una personificación de la indiferencia, de la indiferencia del que vive en la parte correcta, la Gran Israel, y no quiere saber que dentro del cemento hay hombres, mujeres y niños de otra tribu que respiran. El muro es el mayor acto de traición a la propia historia que el pueblo judío hubiese podido concebir.
Es su Nuremberg. El muro condena a morir a las dos partes, a los palestinos de hambre, a los israelíes de vergüenza".
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