Urbanismo Salvaje
Por la Dra. Rondón de Sansó
El alerta en contra de “El Urbanismo Salvaje”, lo he ido dando desde hace mas de dos años, no para acusar a nadie, sino para defender el patrimonio ecológico que tenemos; el derecho de disfrutar de un paisaje de montaña en una ciudad que está rodeada de ellas, de una neblina que antes era perpetua y ahora es casi inexistente en las altas praderas de El Hatillo; para disponer de unas horas de divorcio con la realidad del tráfico intrincado, de ruptura con los ruidos y con el humo.
En estos momentos, ya el tono empleado no puede ser el mismo porque como decía en artículos anteriores, las hábiles “cortinas” que se tendieron para ocultar los movimientos de tierra y las primeras construcciones, han sido develadas y, ante nuestros ojos se yerguen ciudades enteras de nuevas casas, de nuevos apartamentos.
Ya nada puede detenerse, se está ante un hecho consumado de unas construcciones que tuvieron que ser fraudulentamente “permisadas” porque es indudable que estos cubren zonas protectoras de Caracas y si no las cubrieran, están ubicadas en lugares donde no hay servicios suficientes (Agua, electricidad, gas, cloacas) y menos aun, carreteras que conduzcan fácilmente hacia las nuevas construcciones. Lo que son vías inapropiadas para el transito pesado, pero completamente abarrotadas por todo tipo de vehículos.
En este estado lo que corresponde es rogarle a los gobernantes, manifiesten la cordura necesaria para comenzar lo que no han querido hacer hasta ahora, que son nuevas vías, puentes, elevados, cualquier cosa, que sirva para romper los nudos creadores de las inmensas colas que están presentes en todos los sitios de la ciudad.
A este requerimiento a los Agentes Públicos, se une el que debemos hacer a los lectores para que nos constituyamos en una fuerza permanente que exija la construcción de nuevas vías, que es la única solución del problema de transito en las areas pobladas
Por la Dra. Rondón de Sansó
El alerta en contra de “El Urbanismo Salvaje”, lo he ido dando desde hace mas de dos años, no para acusar a nadie, sino para defender el patrimonio ecológico que tenemos; el derecho de disfrutar de un paisaje de montaña en una ciudad que está rodeada de ellas, de una neblina que antes era perpetua y ahora es casi inexistente en las altas praderas de El Hatillo; para disponer de unas horas de divorcio con la realidad del tráfico intrincado, de ruptura con los ruidos y con el humo.
En estos momentos, ya el tono empleado no puede ser el mismo porque como decía en artículos anteriores, las hábiles “cortinas” que se tendieron para ocultar los movimientos de tierra y las primeras construcciones, han sido develadas y, ante nuestros ojos se yerguen ciudades enteras de nuevas casas, de nuevos apartamentos.
Ya nada puede detenerse, se está ante un hecho consumado de unas construcciones que tuvieron que ser fraudulentamente “permisadas” porque es indudable que estos cubren zonas protectoras de Caracas y si no las cubrieran, están ubicadas en lugares donde no hay servicios suficientes (Agua, electricidad, gas, cloacas) y menos aun, carreteras que conduzcan fácilmente hacia las nuevas construcciones. Lo que son vías inapropiadas para el transito pesado, pero completamente abarrotadas por todo tipo de vehículos.
En este estado lo que corresponde es rogarle a los gobernantes, manifiesten la cordura necesaria para comenzar lo que no han querido hacer hasta ahora, que son nuevas vías, puentes, elevados, cualquier cosa, que sirva para romper los nudos creadores de las inmensas colas que están presentes en todos los sitios de la ciudad.
A este requerimiento a los Agentes Públicos, se une el que debemos hacer a los lectores para que nos constituyamos en una fuerza permanente que exija la construcción de nuevas vías, que es la única solución del problema de transito en las areas pobladas
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