¡Feliz 2010!
Nuevamente y como todos los años todos entonaremos “Faltan cinco pa las doce”, el entrañable tema, clásico venezolano de esta noche, compuesto en 1962 por Oswaldo Oropeza y eternizado en la voz de Nestor Zavarce.
Nada más oportuno que la sonrisa inocente de un bebé, para aspirar todo lo bueno para el año que se inicia. A nuestros lectores, anunciantes, relacionados y amigos, los mejores deseos por la prosperidad y salud durante 2010.
En todos los países que más o menos se rigen por una cultura cercana a la occidental se cierra el año con mucho bullicio y distintas tradiciones, entre ellas (y como no podía ser menos) las referidas a la gastronomía. Así por ejemplo, los italianos inician la ‘notte di Capodanno’ con una cena en la que las lentejas son plato imprescindible. Además, después de brindar por el nuevo año, es costumbre tirar la copa por la ventana. Por su parte, los ciudadanos noruegos toman el tradicional aguardiente o la dorada cerveza acompañada por típicos platos a base de pescado. Para los ingleses, estas señaladas fechas no serían lo mismo sin su christmas pudding, mientras que los franceses hacen un reveillon (cena de Nochevieja) para ‘supercomilones’ en la que se cocinan grandes cantidades de comida. Por otro lado, en Alemania es tradición dejar en el plato algunos restos de lo que se haya cenado hasta después de medianoche, como forma de asegurarse una despensa bien surtida durante el año siguiente.
Pero nada más saludable que la vieja costumbre española -extendida a muchos países de América, entre ellos Venezuela- de tomar hoy a la medianoche doce uvas coincidiendo con los doce últimos segundos del año como ‘ritual’’ para atraer la suerte. Tan arraigada está esta tradición que cada fin de año son consumidos ni más ni menos que unos 500 millones de uvas, pero... ¿de dónde procede exactamente esta ‘ceremonia gastronómica’?. Pues bien, según la mayoría de las teorías parece ser que todo empezó cuando, en el año 1909, los viticultores cosecharon tal cantidad de uvas que, al no saber qué hacer con el excedente, decidieron repartirlo gratis entre la ciudadanía ‘inventando’ que su consumo en Nochevieja traería fortuna. Y debió de traer mucha porque, desde aquel año, esta tradición se ha seguido celebrando hasta hoy e, incluso, algunos países sudamericanos han empezado también a institucionalizarlo.
Para atraer suerte en el Año Nuevo
Cada 31 de diciembre, las doce campanadas marcan el final de un año y el inicio del venidero, que siempre se desea mejor y más feliz que el anterior. Y en esos deseos de felicidad tienen mucho que ver las uvas, una por cada campanada.
Esta costumbre, que se cree da buena suerte a aquel que consigue tomarlas una a una, siguiendo correctamente el ritmo que marca el reloj, con el paso de los años, su metodología se ha adornado con rituales más o menos inventados, pasados de boca a oreja, con el fin de atraer más suerte. Y las uvas de toda la vida dan paso, poco a poco, a las famosas latas de uvas peladas, sin semillas y en almíbar.
Entre los rituales ‘mágicos’ para recibir el año y atraer con él salud, dinero y amor, está en una buena posición el hecho de estrenar alguna prenda de ropa, sobre todo si de ropa interior de color amarillo se trata, ya que eso ayuda a propiciar cosas. Si lo que se desea es amor, es indispensable que sea roja, y si lo que deseado es dinero, tiene que ser amarilla. El hogar debe estar muy limpio esa noche, aunque no se vaya a cenar en él, muy en especial los rincones, donde se acumula polvo. Y hay que procurar deshacerse de todo lo que esté roto o quebrado, para sacar del hogar todo lo desagradable y asegurar que habrá cosas mejores y nuevas en el próximo año.
Según otras creencias, en la decoración de la mesa tiene que haber algo dorado para que no falte el dinero en el hogar.
De bebida es necesario que haya un vino espumoso, porque se cree que las burbujas que se forman al momento de servirlas son las de la felicidad. El momento de brindar tras las campanadas es también importante: pon en tu copa un anillo de oro, algo que favorece tener dinero. Otras cosas que pueden hacerse al sonar las doce campanadas, según lo que se desee, son salir y entrar de la casa con maletas, para de esta forma viajar en el año entrante. También puedes tirar un vaso de agua a la calle, para de esta manera alejar las penas y las tristezas fuera de tu vida.
Y, cómo no, has de tomar las doce tradicionales uvas al son de las campanas, y pedir un deseo por cada una que se tome.
Las uvas del tiempo...
Las Uvas del Tiempo, poeta sin igual, lleno de figuras familiares, sueños, esperanzas y realidades, escrito por Andrés Eloy Blanco animará las horas finales de este año, uniéndonos mucho a la tierra, la madre, la familia, el amor a la vida y los recuerdos. El poema, escrito en la Noche de Fin de Año de 1923, en Madrid, España, se nos ha convertido en un modo de despedir el año y de recibir el nuevo, es una pieza sencillo, rico en recuerdos y vivencias familiares y dotado de un inmenso amor a la madre del poeta que no lo acompañó en la noche final del año en que fue a España a recibir el primer premio por su extraordinario Canto a España.
Y en esta algarabía de la ciudad borracha / donde va mi emoción sin compañera / mientras los hombres comen las uvas de los meses yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta / mi labio está bebiendo de tu seno que es el racimo de la parra buena, / el buen racimo que exprimí en el día / sin hora y sin reloj de mi inconsciencia. / Madre, esta noche se nos muere un año; / todos estos señores tienen su madre cerca y al lado mío mi tristeza muda tiene el dolor de una muchacha muerta... / Y vino toda la acidez del mundo a destilar sus doce gotas trémulas, / cuando cayeron sobre mi silencio / las doce uvas de la noche vieja. · Fragmento del poema de Andrés Eloy Blanco, escrito en Madrid el 31 de diciembre de 1923.