El 4 de febrero es el punto de partida de la ruptura con la subordinación a los intereses imperialistas y la afirmación de la soberanía nacional
Tal día como hoy, el 4 de febrero de 1992, se produjo la rebelión militar que cambiaría para siempre el rumbo de Venezuela. Bajo la dirección del teniente coronel Hugo Chávez Frías y un grupo de jóvenes oficiales, entre otros el también comandante Francisco Arias Cárdenas, la rebelión tuvo como objeto deponer y enjuiciar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez y hacer cambios profundos en el país para romper el dominio sectario de los viejos partidos que habían pervertido la vida nacional, convocar a consulta a la soberanía nacional mediante la reunión de la Asamblea Nacional Constituyente y llevar a cabo un proyecto dirigido a terminar con la pobreza y la exclusión, rescatar la propiedad nacional de la riqueza petrolera y romper con la subordinación a los intereses norteamericanos.
Los líderes de la rebelión justificaron su actitud entre otras razones por la fracasada gestión económica y política del presidente Pérez; la dependencia de las entonces Fuerzas Armadas a un liderazgo incapaz y corrupto; la utilización del Ejército y la Guardia Nacional en la represión de las manifestaciones populares originadas por el estallido social del 27 de febrero del 1989 y el sometimiento del país a políticas neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional que conducía a la ruina del país.
El 4 de febrero de 1992, la rebelión de los jóvenes oficiales tomó el mando de las principales guarniciones, de las unidades blindadas y de las tropas de paracaidistas y ocupó Maracay (Aragua), Valencia (Carabobo), Maracaibo (Zulia) y llego a las puertas del Palacio de Miraflores (Caracas).
Tal día como hoy, el 4 de febrero de 1992, se produjo la rebelión militar que cambiaría para siempre el rumbo de Venezuela. Bajo la dirección del teniente coronel Hugo Chávez Frías y un grupo de jóvenes oficiales, entre otros el también comandante Francisco Arias Cárdenas, la rebelión tuvo como objeto deponer y enjuiciar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez y hacer cambios profundos en el país para romper el dominio sectario de los viejos partidos que habían pervertido la vida nacional, convocar a consulta a la soberanía nacional mediante la reunión de la Asamblea Nacional Constituyente y llevar a cabo un proyecto dirigido a terminar con la pobreza y la exclusión, rescatar la propiedad nacional de la riqueza petrolera y romper con la subordinación a los intereses norteamericanos.
Los líderes de la rebelión justificaron su actitud entre otras razones por la fracasada gestión económica y política del presidente Pérez; la dependencia de las entonces Fuerzas Armadas a un liderazgo incapaz y corrupto; la utilización del Ejército y la Guardia Nacional en la represión de las manifestaciones populares originadas por el estallido social del 27 de febrero del 1989 y el sometimiento del país a políticas neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional que conducía a la ruina del país.
El 4 de febrero de 1992, la rebelión de los jóvenes oficiales tomó el mando de las principales guarniciones, de las unidades blindadas y de las tropas de paracaidistas y ocupó Maracay (Aragua), Valencia (Carabobo), Maracaibo (Zulia) y llego a las puertas del Palacio de Miraflores (Caracas).
Si bien la rebelión incluía la toma de las plantas de televisión y emisoras de radio, ello no pudo concretarse por una serie de circunstancias adversas, lo que le dio ventajas al gobierno de Carlos A. Pérez para sofocarla; al no lograr sus objetivos se produjo la rendición de los insurrectos.
Hugo Rafael Chávez marcaría el acontecimiento al asumir la responsabilidad ante la nación y darle un carácter provisional, “por ahora”, a la derrota.
Aun vencida militarmente, la rebelión del 4 de febrero de 1992 impactó a la conciencia nacional y cautivó las simpatías del pueblo.
Aun vencida militarmente, la rebelión del 4 de febrero de 1992 impactó a la conciencia nacional y cautivó las simpatías del pueblo.
A partir de aquella jornada, se despertó un nuevo aliento revolucionario en las masas populares y Hugo Chávez se convirtió en el intérprete de las aspiraciones de cambio de las venezolanas y los venezolanos.
Desde la prisión de Yare (Miranda), Chávez y sus compañeros siguieron trabajando por una alternativa revolucionaria y convirtieron la cárcel en un centro de dirección y organización del pueblo con el objetivo de derrotar a la vieja política.
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